Cada vez que abro un botecito nuevo de colorante alimentario marca Wilton juro y perjuro que es el último que compro. Rechazo con todas mis fuerzas al ser cruel y maquiavélico que inventó ese envase, con esa tapita protectora de alumnio; si no la retiras te manchas el dedo seguro, pero si la quitas es altamente probable que te ensucies todos.

El otro día quise pintar unas galletas con un fondo de color blanco, para hacer mis Doce trabajos de Hércules. A raíz de aquello pensé que podía ser interesante explorar cuáles son las posibilidades a la hora de decorar una galleta blanca. Porque el icing es blanco, sí, pero ¿es ése el blanco que queremos?.

La primera opción que encontré es dejar el blanco natural del glaseado, tal y como sale al acabar la receta. Pero dejar una galleta así me parece como dejar un trozo de lienzo sin pintar en el cuadro, no acaba de gustarme. Descartado; el blanco se puede mejorar.

Si quiero unas galletas blancas blancas las puedo pintar de blanco blanco. Para ello existen colorantes que refuerzan el blanco, como por ejemplo el colorante para glaseado blanco intenso de Wilton. O mi favorito, el blanco brillante de Americolor, que deja un blanco con un brillo realmente increíble.

Si optamos por un blanco roto (off white en inglés) tenemos más posibilidades, aunque con cualquier colorante habremos de ser cautos con la cantidad porque tiñen muchísimo y es fácil quedarnos con un tono demasiado beige.

Primera posibilidad: utilizar un fantástico colorante de la marca Americolor, tono ivory (marfil). Los colorantes de Americolor me parecen estupendos, tiñen muy bien con poca cantidad, los botes son grandes, su manejo es limpio y el precio es el mismo que los básicos de Wilton. Además la variedad de colores es considerable. El problema viene de que no lo venden en ninguna tienda cercana -en Miami me toca ir al quinto pino-, así que sólo nos queda comprarlo online y no siempre hay stock. A pesar de todo, estos colores valen la pena, sobre todo para tonos oscuros; yo no podría vivir si el rojo Americolor.

Segunda posibilidad: emplear un Rainbow Dust Progel Food Coloring. Estos tubitos son una de las últimas modas entre los cookie decorators en Estados Unidos. Vienen en un envase cómodo, su poder de tinción es el mayor de todos y es rapidísimo -una mínima gota cambia el icing en segundos-. Y los colores son realmente espectaculares; mañana mismo pienso estrenar mis aqua y strawberry.

Lo malo es el precio (¡casi 8 dólares por 25 gramos!) aunque cunde muchísimo. Tampoco es fácil de encontrar; toca hacer búsqueda online y esperar a que llegue.

Peeeero lamentablemente, si hablamos de blanco roto debemos olvidarnos, al menos por ahora, de los Progel: el más clarito es el cream, que por poco que pongamos deja un tono demasiado vainilla.

Y la tercera posibilidad es recurrir a nuestro viejo amigo, el odioso botecito de gel colorante para glaseado Wilton tono marfil. Un bote pequeño, de rosca, que una vez desprecintado se convierte en una pesadilla. Ensucia los dedos, la caja donde lo guardamos, los otros colores… Para sacar el gel es imprescindible utilizar un palillo  -o mejor dicho, 800 palillos- y se gasta un rollo entero de papel de cocina por bote. Además hay que estar mezclando el color un buen rato para que quede homogéneo.

Como aún no se ha inventado el palillómetro se hace dificilísimo cuantificar la cantidad que usamos para lograr un determinado color, así que repetir un tono exacto es casi misión imposible. Y por si fuera poco los tonos oscuros tienen un sabor amargo horroroso; el rojo es infernal.

Pero, como no todo puede ser malo en esta vida, los Wilton tienen la gran ventaja de su accesibilidad -se venden en todas partes-, un precio económico y una estupenda variedad de colores. Y cuando hablamos de blanco roto, el marfil (ivory) de Wilton no tiene competencia:

Y esta es la razón por la que a pesar de todo sigo comprando Wilton, a la espera de que alguna otra marca venga a socorrerme. Porque cuando logras superar el trauma de su manejo los colores del glaseado son estupendos.

Wilton, que es una gran marca con un departamento creativo de traca, no para de inventar cosas nuevas. Algunas son casi absurdas (¿de verdad hace falta un instrumento especial para marcar la altura de las tartas? ¿o un tapiz para cortar todas las porciones iguales?). Son capaces de todo para que nuestros dólares acaben en su cuenta y si eres un poco friki, es tu marca.

Así que ellos mismos han desarrollado un sistema nuevo de color en gotas, el Color Right, que tiene una pinta estupenda. Se trata de botecitos pequeños que incluyen una guía de cuántas gotas debemos poner de cada color para lograr el tono que estemos buscando. Aún no he tenido ocasión de probar el Color Right, espero hacerlo pronto. Sin embargo, no será para hacer mis galletas blancas, ya que de momento sólo hay estos ocho colores:

De manera que si queremos hacer galletas blancas nos toca pasar por el aro Wilton. Y esta es la razón por la que, a día de hoy, sigo comprando su tono ivory.

Pero hago un llamamiento final: si algún galletero me puede facilitar una buena pista para abandonar los botecitos Wilton le estaré eternamente agradecida. Aunque esto tenga el triste efecto colateral de acabar con la industria palillera.