A estas alturas de mi vida galletera, las personas que me rodean saben lo poco que me gusta hacer galletas de My Little pony y lo muchísimo que disfruto cuando me proponen retos originales. Pero he de decir que existe un encargo irresistible, que es mi favorito: cuando alguien me sugiere un tema, una idea, y me deja hacer. Como hizo M, una guapísima portuguesa cuando me pidió que hiciera unas sardinhas con mucho color para su hija.
Para los que no estén al tanto, aunque el símbolo popular de Portugal es el gallo, Lisboa se identifica con la imagen de la sardina. Así que un tema –sardinas-, un concepto –color- y libertad total. ¿Qué más se puede pedir?
Bueno, pues por pedir que no quede: necesito un cortador con forma de sardina, que de momento no he encontrado. Tengo uno con forma de pez -muy socorrido para primeras comuniones- pero ni tuneándolo logré que se pareciera a una sardina. Así que me tocó cortar a mano.
Para cortar bien unas galletas a mano tengo dos trucos. El primero consiste en imprimir en papel la imagen que quiero cortar, dándole el tamaño que me convenga; y después la cubro de cinta adhesiva para que sea más duradera y no se quede pegada a las galletas. De manera que esta vez busqué en la red imágenes de sardinas, ajusté su tamaño a mi gusto, recorté y cubrí de cinta adhesiva; plantilla lista.
Y el segundo truco para cortar sin cookie cutters es trabajar con la masa muy muy fría. Después de varias horas en el refrigerador iremos cortando con un cuchillo, metiendo la masa a refrigerar nuevamente cuantas veces sea necesario para mantener la temperatura adecuada y cortar siempre en frío.
¡Sardinas listas! ¿A que no parecen cortadas a mano?