Nubes y claros
Estaba plácidamente en mi casa decorando unas galletas cuando recibí un mensaje desde Instagram que me hizo temer que mi cuenta en esa red social había sido hackeada. Y así fue, me la robaron. Durante dos días, mi cuenta de Instagram no fue mía. Bueno, era mía, porque estaban mis fotos, likes y seguidores, pero no podía acceder a ella de ningún modo. Un pirata informático robó mi contraseña y quitó el enlace al correo electrónico y a Facebook, así que mi cuenta técnicamente se hizo suya. Para colgar las fotos que quisiera, hacer comentarios desagradables en mi nombre o bombardear con spam a mis contactos. Tengo que reconocer que mi cuenta de Instagram ha sido desde el comienzo la niña de mis ojos. Desde que la abrí he intentado poner una foto cada día, siempre cuidada, siempre pensando en despertar una sonrisa, mostrar algo bonito. Pongo muy pocas fotos personales aunque a veces no me he podido resistir. En fin, que con ella me habían robado una parte importante de mi trabajo, convirtiendo en cenizas las horas que invertí. Estas cosas consiguen quitarme la ilusión y me dejan de …