Me encanta que mis hijas vayan siempre guapísimas y se manchen poco, tengo que reconocerlo, soy una mamá rollo. Aunque sé que es cierto lo del detergente, que las manchas enseñan a vivir.
No obstante, mi inicial resistencia a las manchas se diluye absolutamente cuando hablamos de cookies. Porque ¿qué puede haber más divertido que pintar galletas de colores, no tener que fregar el estropicio, y comértelas luego?
Así que cuando vienen amiguitos de mis hijas a casa les dejo decorar y ensuciar a sus anchas, que al fin y al cabo el icing desaparece con agua caliente, y la cara de los niños con su plato de galletas coloreadas al salir de casa no tiene precio. Ni por supuesto, tampoco el hecho de que piensen que soy una mamá super cool.
Decorar galletas es una actividad estupenda para hacer con niños, y aquí hay pruebas de ello.