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Ideas de verano

Tengo la suerte de estar disfrutando unos maravillosos días de sol y playa en España. La verdad es que hace mucho calor, pero desde que vivo en Polonia ya no me quejo de eso y trato de absorber cada rayo de luz, por lo que pueda venir. Llevaba ya un par de meses obsesionada con rodearme de galletas cálidas y veraniegas; al final han surtido su efecto y estoy disfrutando un verano de verdad. Así que el pequeño descanso me viene muy bien para hacer un recopilatorio de galletas veraniegas, por si a alguien le sirven como idea. Las primeras las conocéis, son las de hojas Monstera deliciosa, unas galletas de inspiración tropical muy apropiadas para estos calores. También son refrescantes las frutas veraniegas que hice para CookieConnection, para las que utilicé sólo colores cálidos porque era la base del reto. Y luego llegó el fin de curso, por lo que decidí hacer galletas como detalle para los profesores y compañeros de clase de mis hijas. Ellas querían que hiciese unos fidget spinners, pero como no …

¡Bienvenido, verano!

Me parece muy bonita la Navidad con todas esas lucecitas y la gente abrazándose; qué romántica la primavera con los insectos y pajarillos volando de dos en dos; y siempre fantástica la combinación de ocres en los árboles de otoño. Pero si de verdad queréis verme feliz, a mí dadme verano. Adoro el verano. Noto que el sol me carga las pilas, me apetece más salir y hacer cosas, disfruto vistiéndome de colores alegres y mis pies son felices como nunca, descalcitos o en sandalias. Cómo será lo mío con el verano, que hasta me he animado a participar en uno de los retos de Cookie Connection. En esta ocasión el reto se titula Warm and Cool, y consiste en hacer un set de galletas sólo en colores cálidos o sólo en colores fríos, con temática verano para los que vivimos en el hemisferio norte – sí, Polonia está bastante al  norte- e invierno para los que habitan en la mitad sur. Como me encanta jugar con el color en mis galletas, decidí dejar de lado …

Deliciosa Monstera deliciosa

Hace unas semanas fui a Miami a visitar a los buenísimos amigos que dejamos después de cuatro años viviendo allí. Al traspasar la puerta de salida del avión y entrar al aeropuerto, percibí inmediatamente una bocanada de un olor tan inconfundible que sólo podría ser descrito como el olor del aeropuerto de Miami cuando llegas después de mucho tiempo. Algo así como un golpe de vapor dulzón con intenso aroma a moqueta humedecida. Lo fundamental del caso es que, en ese exacto momento en que el pegajoso olor llegó a mi pituitaria, encendió de algún modo áreas dormidas en el cerebro y me produjo una curiosa sensación: me sentí en casa. Este es para mí el olor de me siento en casa. Mi casa huele mejor, no tengo moquetas y soy bastante aficionada a la limpieza. Pero de alguna forma, mis felices años en Miami vuelven súbitamente con ese olor, y la emoción que me produce me hace saltar la lagrimilla cada vez que vuelvo. Seguro que sabéis de lo que hablo; esos olores que te transportan en un segundo a los rincones más recónditos de nuestra existencia. Me …

El final de verano

Comprendo perfectamente a la gente como mi marido, que necesita pasar un poco de frío de vez en cuando para ser feliz. Pero no lo comparto en absoluto. A mí me encanta el verano. Quizá porque nací en enero, yo soy de verano. El sol fuerte, el calor, la piscina, la playa. Las sandalias. Todo el mundo morenito, así de guapo. Las cervezas en la calle, el dolce non far niente. Adoro el verano, me carga las pilas, me hace sentir viva. No puedo vivir sin él. Cuando los telediarios de septiembre hablan de síndrome postvacacional los ojos se me inundan de lágrimas. Sé lo que estás pasando, amigo. La mera perspectiva de los días haciéndose cada vez más cortos y fríos –en Polonia ni te cuento-, el largo horizonte de rutinas de trabajos y escuelas. Pensar que me quedan once meses hasta que vuelva a llenarme los ojos con esta luz sobre el Mediterráneo. Cuando era una niña ya me sentía así. Volviendo a casa después de unas maravillosas vacaciones íbamos todos en el …