A estas alturas de mi vida galletera, las personas que me rodean saben lo poco que me gusta hacer galletas de My Little pony y lo muchísimo que disfruto cuando me proponen retos originales. Pero he de decir que existe un encargo irresistible, que es mi favorito: cuando alguien me sugiere un tema, una idea, y me deja hacer. Como hizo M, una guapísima portuguesa cuando me pidió que hiciera unas sardinhas con mucho color para su hija.
Para los que no estén al tanto, aunque el símbolo popular de Portugal es el gallo, Lisboa se identifica con la imagen de la sardina. Así que un tema –sardinas-, un concepto –color- y libertad total. ¿Qué más se puede pedir?
Bueno, pues por pedir que no quede: necesito un cortador con forma de sardina, que de momento no he encontrado. Tengo uno con forma de pez -muy socorrido para primeras comuniones- pero ni tuneándolo logré que se pareciera a una sardina. Así que me tocó cortar a mano.
Para cortar bien unas galletas a mano tengo dos trucos. El primero consiste en imprimir en papel la imagen que quiero cortar, dándole el tamaño que me convenga; y después la cubro de cinta adhesiva para que sea más duradera y no se quede pegada a las galletas. De manera que esta vez busqué en la red imágenes de sardinas, ajusté su tamaño a mi gusto, recorté y cubrí de cinta adhesiva; plantilla lista.
Y el segundo truco para cortar sin cookie cutters es trabajar con la masa muy muy fría. Después de varias horas en el refrigerador iremos cortando con un cuchillo, metiendo la masa a refrigerar nuevamente cuantas veces sea necesario para mantener la temperatura adecuada y cortar siempre en frío.
Una vez horneadas las galletas, pensé que debía dejarme llevar por ese impulso que siempre me susurra al oído: si de verdad quieres color, vete al wet on wet.
El wet on wet consiste en pintar la galleta con icing, empleando cada color sin esperar a que se seque el anterior, generalmente ayudándonos de un punzón o palillo para conseguir efectos. Con esta técnica, el icing debe tener una consistencia fluida –5 segundos es perfecto para mí- para que nos dé tiempo de hacer todos los detalles antes de que se seque. Para haceros mejor la idea, podéis echar un vistazo a mi mini vídeo de instagram -¿todavía no me sigues por Instagram?-.
Con el wet on wet el acabado final es liso, sin relieves ni escalones entre los colores.
Para estas sardinhas preparé rojo, fucsia, anaranjado, amarillo, verde, azul turquesa y blanco. Sin embargo la planificación que hice luego para la decoración de cada sardina fue exactamente esta: ninguna. Lo que hice fue dejarme llevar por los colores. La paz mental que da decorar wet on wet cuando tienes el icing en su punto, simplemente experimentando y jugando, es imbatible. Ommmmmmm. Cada vez que decoro wet on wet siento que ahorro mucho dinero en psicólogos.
Si los colores son bonitos, es muy difícil que un wet on wet no impacte. Y si además usamos muchos colores el resultado ya es adictivo. Yo estas sardinas no podía dejar de mirarlas.
¡A la rica sardina!
¡Qué galletas TAN REBONITAS, Clara!
Me gustaMe gusta
¡¡Gracias, Sr. Helvetica!! Un abrazo
Me gustaMe gusta
Alaaaaa…….ese «wet on wet» te ha quedado precioso……me encantan!!!
Me gustaMe gusta
¡¡Gracias Ana!! A ver si encontramos un huequito y galleteamos juntas. ¡Un beso!
Me gustaMe gusta
¡Son chulísimas! Póngame dos docenas 😉
Me gustaMe gusta
¡Marchando! Un besazo
Me gustaMe gusta
Hermosas realmente felicidades
Me gustaMe gusta
¡Gracias, Kika!
Me gustaMe gusta
Hermoso felicidades !!!!
Me gustaMe gusta