Hace unos años, el periodista Rob Savelberg se hizo muy popular en Alemania, donde trabaja como corresponsal para el diario holandés De Telegraaf, al formular una pregunta a la señora Angela Merkel. Tras el nombramiento de un nuevo ministro de finanzas que se había visto envuelto en un caso de corrupción, el periodista preguntó a la canciller cómo podía confiar en él para gestionar el dinero de 82 millones de alemanes.
Angela Merkel, visiblemente incómoda, respondió de la siguiente manera:
Porque este señor tiene toda mi confianza. Siguiente pregunta. Hale, despachado. A otra cosa, mariposa.
Y eso fue sólo lo que pasó aquel día, un día cualquiera.
En realidad, la penosa e internacional tradición política de tratar al pueblo como si fuera bobo no es culpa de la Merkel. El actual presidente español ni siquiera se ponía a tiro de los periodistas, dando muchas de sus conferencias de prensa a través de una pantalla, sin aceptar preguntas de ninguna clase. Muchos periodistas denunciaron esta farsa y dejaron de asistir; creo que yo también me negaría a dar pábulo a semejante indecencia. Aunque comprendo perfectamente que los periodistas tengan que dar de comer a sus hijos, me gusta cuando veo a uno como Rob Savelberg, que se la juega a hacer su trabajo.
Estas galletas de tinte político fueron el regalo de cumpleaños para Rob; un apasionado de su trabajo y la actualidad política, que me permitió divertirme a lo grande decorando Angelas para él y sus 39 años -que no 40-.
Quise retratar sus características manos en rombo.
Y también su famosa frase, Wir schaffen das. Podemos hacerlo; algo así como el yes, we can al estilo sajón.
En resumen, algunos momentos Merkel.
Quiero que estas galletas me sirvan hoy, además, para decir alto y claro a todos los políticos -en cualquier país, sea cual sea su nivel y estatus- que su trabajo exige honestidad. Honestidad y decencia, así de simple.
Porque los ciudadanos de a pie estamos hartos de que nos hagan pagar por sus errores -o su avaricia- y encima nos tomen por tontos.
Y porque, casi siempre, a los chorizos los acabamos pillando -aunque se escondan en Suiza o Panamá- y enviando al lugar que les corresponde, y no precisamente de vacaciones.
Avisados estáis.
Vaya, las primeras galletas políticas…. qué audacia¡¡¡¡
Me gustaMe gusta
Waw! Es historia parecida en casi todos los países,pero esta manera de contarla !!! Especial,no me imagino hacer algo parecido,lo intentaré,no cabe duda que la imaginación no tiene límites,Felicidades!!
Me gustaMe gusta
¡Claudia, eres un amor!
Me gustaMe gusta