Me encanta que la gente me haga encargos raros de galletas, siempre lo digo. Tener que documentarme sobre un tema del que no tengo idea hasta ser capaz de desarrollar unas galletas es a menudo un gran reto, y me fascina.
No es que tenga nada contra las de babyshower o princesas -bueno, contra Little Pony sí- pero cuando una amiga vinculada a la Agencia Espacial Europea me pidió que le hiciera unas galletas de su satélite, los ojos me empezaron a hacer chiribitas. ¡Unas galletas espaciales!
Como no podía ser de otro modo, no sabía ni por donde empezar. ¡Houston, tenemos un problema! ¿Cómo es un satélite? ¿Tiene colores? ¿Qué pinta ahí dando vueltas alrededor de la Tierra?
Mi amiga contribuyó a la aventura espacial de doctorcookies prestándome un folleto informativo de la Agencia Espacial Europea sobre el proyecto satélite SWARM, y esto me sirvió la inspiración en bandeja. Pero además me hizo aprender sobre algo fascinante: la existencia de un invisible pero fundamental escudo magnético alrededor de la Tierra.
Resulta que nuestro planeta posee a su alrededor una capa magnética que funciona a modo de escudo, protegiendo a nuestros familiares y amigos de radiaciones cósmicas, vientos y tormentas solares.
Esta capa protectora se origina en el núcleo terrestre, que es como un enorme imán, y para que funcione necesita que los océanos estén en buena forma. Porque sin nuestro amigo el escudo magnético, la atmósfera no existiría y la vida humana sería imposible.
Y ahora viene la noticia del día: nuestra capa magnética lleva unos cuantos años haciéndose más y más delgada, y puede que estemos en peligro de que la polaridad de la tierra se revierta. Ahí queda eso.
Menos mal que mi amiga P. y sus compañeros dedican sus brillantes cerebros a ocuparse de estas cosas. Si es por mí, que entre las galletas y las niñas no doy abasto, nos desmagnetizamos y aquí sin enterarnos.
Aún no he conseguido entender muy bien por qué el satélite es feúcho y asimétrico, con lo bien que hubiese quedado uno tipo platillo volante de los antiguos. Pero bromas aparte, los científicos han desarrollado unos sensores que, durante sus paseos alrededor de la tierra, van midiendo los cambios en el campo magnético.
De esta forma, conociendo el estado de nuestro escudo protector, podremos predecir mejor múltiples fenómenos naturales que pueden afectar a nuestro planeta ahora y en el futuro.
Al final, aunque mis conocimientos en este campo son bastante limitados, pude hacer unas galletas con un tinte de rigor científico que, por lo que me dijo mi amiga, despertaron la sonrisa de más de uno en su última reunión de expertos.
Casi me da ternura pensarlo. Un ser humano capaz de comprender el magnetismo terrestre, que conoce los peligros que nos acechan en el cosmos y dedica lo mejor de su cerebro a diseñar sistemas para captar datos complejísimos. Hombres y mujeres que son el culmen de la inteligencia, el máximo de la evolución de nuestra especie.
Pero no pueden evitar, como cualquiera de nosotros los mortales, que se les escape una sonrisa al tener en sus manos una galleta decorada.
Si lo de estas galletas no es magnetismo, que venga Dios y lo vea.
Geniales. Me encantan.
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