Hace ahora un par de años, el gran Hayao Miyazaki anunciaba su retirada, y once meses después los estudios Ghibli (léase jiburi) dejaron oficialmente de producir sus deliciosos largometrajes, dejando como legado algunas de las películas más maravillosas de la historia de la animación. Historias para niños -o a veces justo al contrario- llenas de imaginación, que se deslizan naturalmente entre lo real y el mundo de los sueños. Nada de princesas necesitadas de príncipes azules que las salven, sino historias reales; mundos imperfectos donde la inocencia y la imaginación de los niños son las medicinas que todo lo curan.

Soy una fan total de las historias de Miyazaki. Y tengo que reconocer que tenía una pendiente que, una vez vi, ha pasado directa a mi lista de películas favoritas de la Historia. Estoy hablando de la maravillosa Mi vecino Totoro (Tonari no Totoro), una joya. De forma que hacer estas galletas fue un gustazo, y más aún hacerlas pensando en una de mis personas favoritas de este planeta, mi querida sobrina Daniela, mi niña Totoro.

Las pequeñas protagonistas de la película, Satsuki y Mei, no viven en un cuento de hadas. Su madre está ingresada en el hospital y se mudan junto a su padre a una nueva casa. Nueva ciudad, nueva escuela, nuevos vecinos; muchas razones para tener miedo. Pero Satsuki y Mei, gracias a su mágico vecino Totoro -el espíritu benévolo del bosque- aprenderán a seguir viviendo con alegría.

Pocas veces he visto a mis hijas disfrutar tanto una película como viendo Totoro. Las risas de mi hija Irene viendo a Mei atrapar a los duendes del polvo no creo que se me olvide jamás. Y ahora Paula quiere que le corte el pelo como Satsuki.

No todas las películas de Miyakazi son para niños. Algunas tienen un trasfondo de guerra o tristeza que yo por ahora ahorro a mis hijas. Pero compartir con ellas Kiki, aprendiz de bruja o Ponyo en el acantilado es una delicia.

No pasa nada por ver princesas Disney de vez en cuando. Pero yo sin duda me quedo con las historias, tan reales como mágicas, de Hayao Miyazaki. Y aprovecho hoy estas galletas para mandar un beso a mi sobrina Daniela, patinadora incansable, contadora de chistes, más lista que el hambre. Te quiero mucho, sobrinuja.

Para hacer estas galletas de Mi vecino Totoro utilicé icing blanco, negro y gris en consistencia de delineado (10 seg). Hice los muñecos de Totoro con la técnica de transfer, y para las galletas pequeñas con líneas utilicé rotulador alimentario de color negro. 

Para saber más sobre los títulos de Ghibli y Miyazaki, puedes pinchar aquí.