No suelo hablar mucho de mi día a día aquí en doctorcookies.com, pero creo que hoy tengo un buen motivo para hacerlo.

Muchos de mis amigos saben que desde hace unas semanas he cambiado de vida. Bueno, al menos parcialmente, porque mi familia va conmigo siempre; y eso es lo más importante.

Tras cuatro años viviendo en Miami, nos hemos trasladado a Varsovia, capital de Polonia. Y hasta el momento está siendo una experiencia enriquecedora e interesante. Polonia tiene un idioma endemoniadamente difícil y llevamos ya unos cuantos días de frío, pero abrirse camino en un país nuevo con una cultura diferente es divertido, eso no se puede negar. Agotador pero divertido.

Cada vez que voy al supermercado, la compra me lleva unas dos horas, pero gracias al traductor de google al menos sé si estoy comprando carne de buey o un bote de crema hidratante. He aprendido que aquí los niños se cambian de zapatos al llegar al colegio, que devolver un artículo en una tienda puede suponer 25 minutos firmando documentos, que los polacos están locos por los dulces (la palabra favorita de mis hijas es lody, helado). Que hay miles de parques, que aquí se fuma muchísimo y es posible escuchar música clásica casi en cada esquina.

Pero, como suele suceder, la mudanza me ha dejado sin algunos preciados tesoros: mi gente de Miami lo primero -cómo echo de menos nuestras terapias de grupo o happy hour-. Tampoco tengo el mall baratísimo para jugar con los cupones, ni playas de calor perpetuo. Y, lo más importante para mis amigos galleteadores: no tengo nada de mi  material de repostería. Mis cortadores, mi rodillo gigante, mis botes, mis stencils, mi aerógrafo, mi maravilloso Kopykake. Cuando pienso en todos ellos ahí apretaditos en ese frío contenedor cruzando el Atlántico… ay, me pongo melancólica.

De manera que el segundo reto de Yuri O. Villela –jefa del fantástico grupo de Facebook al que pertenezco- me pilló del todo desprevenida, y acabó convirtiéndose en algo absolutamente diferente.

Me explicaré. El reto consistía en hacer unas galletas inspiradas en esta imagen, con forma de corazón y empleando sólo los colores al pie de la foto:

Pero para mí, este reto supuso además inventar cómo hacer todo sin mis juguetes. Sin mi harina MacArthur –unbleached all purpose flour -, mi mantequilla AA, mi vainilla de Madagascar, mis limas frescas… -ya lo avisé: para mis galletas no reparo en la calidad de los ingredientes-.

El resultado: unas galletas algo menos ricas que de costumbre. Pero ricas, y sobre todo, la demostración de que -al fin y al cabo- para hacer galletas sólo hace falta tener un horno y echarle ganas.

Batí la masa a mano. Preparé el icing a mano -poco recomendable; ahora tengo el brazo derecho como un culturista-. Me peleé con el viejo rodillo de madera.

Probé mil cosas para que mis galletas salieran uniformes (confirmado: lo de poner pajitas no funciona; la mejor solución son los palillos chinos).

Logré sacar los colores del reto a partir de sólo 3 colorantes básicos, y me maté decorando con mis dos únicas boquillas del numero 2. Y por último moldeé en fondant unos cuantos botones.

Así que estas galletas, mucho menos hermosas en la realidad de lo que eran en mi imaginación, han sido para mí un verdadero reto. Y también un orgullo. Porque las hice, sólo por eso, porque las hice. Y porque saqué petróleo de mis galletas haciendo una foto -hey, vamos, reconocédmelo- casi profesional:

Gracias Yuri O. Villela, nuevamente, por organizar tus retos. Esta vez volví a ser finalista y no gané; no importa. Disfruté sufriendo mis galletas. Pero un día de estos te dejaré con la boca abierta y tendrás que mandarme hasta aquí, a la fría Varsovia, capital de Polonia, ese codiciado set de cortadores.

Y para entonces te podré decir también, en perfecto polaco, dziękuję. ¡Gracias!

(Nota final: Quiero dar las gracias públicamente a mi madre por prestarme para la foto su canutillo de guardar las agujas. Mamá, tenías razón, eso era el toque. Qué haría yo sin ti).

Para ver más sobre el Segundo Reto y las galletas participantes, pinchar AQUÍ.

Y las ganadoras fueron las galletas de Omar y la de Mariana. ¡Enhorabuena!