Sammy the Seal es un cuento infantil que me gusta mucho. Al contrario que muchos otros relatos disfrutados durante mi infancia, la historia de la foca Sammy ha sido un descubrimiento reciente, que debo agradecer a mi hija de cinco años. Pero no es en absoluto un libro nuevo; fue escrito e ilustrado por Syd Hoff nada menos que en 1959.
La petición de mi preciosa hija Paula es la razón de que haya hecho estas galletas, que han sido las primeras que he decorado pintando con pincel, y he disfrutado mucho haciendo a pesar de mi nula habilidad pictórica. Como este es un cuento precioso y sus ilustraciones me fascinan, sea éste mi pequeño homenaje a los estupendos libros de Syd Hoff.
Así que esta es, traducida, abreviada y redibujada, la historia de (AVISO: SPOILERS)
LA FOCA SAMMY
El relato comienza a la hora del almuerzo en el zoo. Todos los animales -los leones, los elefantes, los monos, las focas- comían felices. Todos eran felices menos uno, la foca Sammy. El Sr. Johnson, cuidador del zoo, le preguntó por qué.
«Quiero saber cómo es la vida fuera del zoo» dijo Sammy. «Quiero salir y ver qué hay».
«De acuerdo, Sammy» respondió el Sr. Johnson. «Eres una buena foca. Puedes salir».
La cebra, el hipopótamo y la jirafa se despidieron de Sammy y le desearon buena suerte.
Sammy llegó a la ciudad, donde fue mirando todas las cosas con mucho interés. Los edificios, los coches, los obreros trabajando, la gente comiendo en los restaurantes.
Una señora le preguntó de dónde había sacado un abrigo tan bonito. «Nací con él», le respondió Sammy.
Después de tanto pasear bajo el sol, Sammy comenzó a sentir sed. Pero ni los pájaros del parque ni los peces de la tienda quisieron compartir su agua. Tampoco los humanos. Parece que nuestra amiga la foca no hallaba su lugar en la ciudad.
Finalmente, Sammy encontró una fila de niños que parecían estar esperando algo y les preguntó qué hacían allí.
«Vamos a la escuela», dijeron. La foca Sammy pensó que podía ser divertido y se unió a ellos.
En la escuela hizo bloques con letras y al principio todo fue bien. Pero cuando la profesora les hizo cantar, la cosa no sonaba adecuadamente: alguien estaba ladrando como una foca.
Uno por uno, la maestra fue escuchando a los niños, hasta que sólo quedó Sammy. «Entonces debes de ser tú», dijo a la foca. «Lo siento, pero esta escuela es sólo para niños y niñas».
Sammy le rogó que le dejara quedarse, y prometió ser bueno. Así que la profesora le dejó quedarse.
La foca Sammy aprendió a leer, escribir, e incluso a jugar a la pelota usando su hocico.
Al acabar las clases los niños preguntaron a Sammy si volvería al día siguiente. Pero Sammy les dió las gracias y les dijo que no: «Ha sido muy divertido pero el zoo es mi sitio. Yo sólo quería salir y ver qué había fuera; ahora ya lo he hecho y puedo regresar».
Tomó un taxi a toda prisa y volvió al zoo, justo a la hora de la cena. El Sr. Johnson le dió una calurosa bienvenida.
Mientras cenaba, feliz, su pescado, Sammy dijo: «Como en casa, en ningún sitio».
FIN
No sé si acabo de captar muy bien cual es la moraleja de la historia.
¿No pongas pescado para comer?
¿Da libertad a las focas, porque al final acabarán volviendo?
¿Ve a donde quieras, pero a cenar en casa?
Pero… ¿por qué tiene que haber una moraleja? Precisamente esa es una de las cosas que me gustan de Sammy the Seal. Que es una bonita historia y ya está.
Sobre una foca que vive una aventura y al final decide que no hace falta ser Indiana Jones para ser feliz.
Auch. Creo que al final también tenía moraleja.
From the book Sammy the Seal, by Syd Hoff. A I can Read book, Harper Collins Publishers Inc. Puedes comprarlo aquí o aquí.
¡Fantásticas! la recomendación y las galletas.
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Gracias, srhelvetica!!!
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