Cuatro o cinco veces al año, es obligado que todo galletero cumpla con la tradición y haga unas sus seasonal cookies. Hay que saber hacer galletas de Navidad, de Halloween, de Pascua y de San Valentin. Y también hay que hacer, al menos una vez en la vida, una galleta patriótica.

El patriotismo es un concepto totalmente diferente en cada país. Si eres español y te mudas a vivir a los USA hay muchas cosas que sorprenden; al principio es realmente difícil disimularlo. Pero si algo he aprendido en estos cuatro años viviendo aquí es que tenemos unos prejuicios horrorosos, y que no hay como conocer mundo para ver que en todas partes hay maravillas y miserias. 

Los americanos no son, digámoslo de una vez, peores que los españoles. No son todos gordos, no comen fatal, no son indiferentes al sufrimiento ajeno. Es verdad que como sociedad son más individualistas que los españoles, que tienen un sistema sanitario deficiente para los pobres, que se interesan poco por conocer lo que hay fuera de sus fronteras y por supuesto, las lentejas como las de tu madre no las saben hacer. Pero a cambio tienen muchísimas cosas admirables.

Son patriotas con mayúsculas, y cuando las cosas vienen difíciles saben cerrar filas y ser uno; eso me da mucha envidia. Se dan cuenta de que conocen muy poco sobre tu cultura y tu país, y valoran enormemente los esfuerzos que hacemos los demás por conocer su país, su lengua y sus costumbres. Saben reconocer el talento ajeno y lo aplauden con gusto. Y como la mala educación resulta totalmente intolerable, son absolutamente cívicos, una asignatura pendiente en Spain.

Así que este año he hecho con gusto mis primeras galletas patrióticas, dedicadas a este país que tan bien nos ha acogido y en el que nos hemos sentido en casa. Vaaale, está claro que Miami no es la América profunda y su influencia latina hace que sea una ciudad cálida y vibrante. Pero no quitemos mérito a ningún estadounidense; nuestros anfitriones son los que día a día construyen esta sociedad.

Quise que las galletas fuesen fáciles de hacer, porque si algo he aprendido aquí es que si hay dos caminos posibles, el más sencillo y directo es el American Way.

En primer lugar, hice mi masa de siempre y utilicé unos cortadores en forma de estrella, con cuidado de refrigerarla muy bien antes y después de cortar para que no perdiera la forma.

Preparé icing 5″ azul marino, rojo oscuro y blanco.

Para hacer las estrellas azules, rellené directamente la galleta con una sola consistencia, y con ayuda de un punzón distribuí cuidadosamente el icing hasta los bordes.

Antes de dar tiempo a secar, puse unas estrellitas de color plateado por toda la galleta. Son decoraciones comestibles muy pequeñitas que tienden a quedarse pegadas, así que para ponerlas hay que usar unas pinzas o -mejor aún- las podemos ir pinchando y dejando con un punzón, porque no se rompen.

A continuación, para hacer la galleta de barras rojas y blancas tracé unas líneas con bolígrafo comestible, separando unas de otras un centímetro.

Primero coloreé el color rojo, dejando secar muy bien bajo el ventilador durante 4 horas, para evitar que luego se transfieran los colores.

Trascurrido ese tiempo, hice lo mismo con las líneas blancas y las dejé secar igualmente.

Una vez las galletas estaban bien secas hice el borde, que quería que tuviese aspecto de cordón. Para ello sólo tuve que hacer puntitos muy pequeños y juntos en icing blanco con una boquilla del número #1. Para que os hagáis una idea, el aspecto cuando lo estás haciendo es como la cadenita del tapón de la bañera. Pero luego cuando seca queda más como un cordoncito.

Una vez bien seco pasé a colorear el borde usando polvo matizador en color plata, ligeramente diluido con unas gotitas de vodka. Di dos capas para que el plateado quedase algo más intenso.

Y por último, decoré unas pocas galletas redondas con los mismos colores, inspirándome en una preciosa postal japonesa que mi hermano J. y mi fantástica cuñada I. nos enviaron desde su viaje de novios. Inspiración japonesa para los americanísimos fuegos artificiales del 4 de Julio.

Y estas han sido mis primeras galletas patrióticas. Un clásico galletero perfecto para compartir con los amigos durante nuestro picnic previo a los fuegos del Independence Day; una celebración preciosa en familia que siempre disfrutamos muchísimo.

Happy 4th of July!