En la vida de un galletero normalito se presentan muchas oportunidades de hacer cookies para los demás, lo cual siempre se agradece porque supone un estímulo a hacer cosas nuevas y una pequeña fuente de ingresos -algún día hablaremos sobre el mal negocio de las galletas-. Tras una buena temporada en la que sólo me pedían galletas para babyshowers, festejo tan repipi como útil, he entrado de lleno en el ramo BBC (bodas, bautizos, comuniones) y estoy encantada.

En esta ocasión me encargaron las galletas para la Primera Comunión de mi amigo Daniel, que es un niño saladísimo. Como eran para regalar a los amiguitos de clase, opté por:

1. Un diseño infantil y mono: el mismísimo Daniel con su traje de Primera Comunión,

2. La técnica de icing 20″. Como ya expliqué en el post sobre el icing 20″, este es el idóneo para las cookies infantiles,

y 3. Hacer la masa con un poco menos de mantequilla de la habitual (180 g en lugar de 225 g) para que la galleta fuera más resistente y llegase viva a sus destinatarios

Una vez más utilicé mis cortadores de gnomos, eliminando el gorro para hacerle el pelo a mis danielitos:

A continuación, ayudándome de un tapón y con rotulador comestible, tracé un círculo para poner las caras siempre del mismo tamaño y a la misma altura:

Luego empecé a colorear el cuerpo de los muñequitos, teniendo la precaución de no decorar zonas contiguas, y esperar a que se secasen completamente antes de continuar. En las zonas peligrosas donde se juntan colores claros y oscuros -el pantalón y el zapato, por ejemplo- vale la pena dejar las galletas una noche entera bajo el ventilador antes de seguir pintando.

Aunque parezca una chorrada, de vez en cuando fui mirando la foto de mi modelo, sobre todo porque me encanta ver esa cara tan mona que tiene.

A continuación pinté los detalles de personalidad de la galleta: los ojos, la sonrisa, las solapas de la chaqueta, los rizos…y con un pincel redondo apliqué un poco de polvo mate de color rojo para hacer los coloretes.

Por último, la experiencia me dicta que cualquier plato de galletas queda mucho más bonito si reúne al menos tres colores y dos formas / tamaños diferentes, por lo que añadí unas pequeñas cruces en color claro. Además yo soy muy antigua: en las comuniones debe haber cruces. Las hice rápido y todas diferentes porque me divertía más experimentar un poco.

Espero que Daniel y sus amigos disfrutasen estas galletas que hice con tanto cariño.

Por cierto que aún no sé cómo le habrá ido el curso escolar, pero desde luego le pongo un 10 en galletabilidad.